El viento helado
penetraba en mi cuerpo.
Caminaba desfalleciente
la ventisca blanca embestía
los poros de mi cara morada,
la respiración se extinguía.
Luego, extrañamente
Tibieza.
El aire era suave y templado,
acaricíabame todo.
Mi caminar plácido
discurría por un vergel vivaz,
mientras, mis ojos de asombro
convergían en una sola luz.
Desaparecía el desmayo,
en tanto, el viento helado
y la ventisca blanca
permanecían.
La realidad imponía
su crueldad, sin piedad alguna.
Mi piel petrificada y morada
y mis labios temblorosos...
...Quizá(...)sería esa la verdad.....
Martín Mujica
Madrid,15/11/2010
REGISTRADO EN LA PROPIEDAD INTELECTUAL.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario